miércoles, 23 de julio de 2008

PLACA PLACA

Ahí estamos, el Guadiato, "la comarca de las energías renovables", el territorio de la provincia de Córdoba y probablemente de Andalucía con mejores cifras en relación al rendimiento anual de instalaciones de energías renovables, fundamentalmente eólicas y fotovoltaícas. ¿Qué quiere decir esto? Pues que cualquier planta de placas fotovoltaícas o parque de molinos de viento, aquí, en nuestros campos, rendiría a un nivel especialmente alto, tanto si hablamos de transmisión de kilovatios a la red como si lo hacemos en términos económicos.
En el momento en el que se comenzaron a hacer estudios de viabilidad energética y justo después de conocer esos resultados, las empresas del sector empezaron a poner sus ojos en nuestra tierra. La primera gran intentona venía de UNIÓN FENOSA que planificó hace un par de años la construcción de varios parques eólicos en nuestras sierras. Se cayeron los proyectos de algunos de ellos por su inviabilidad ambiental, pero se construirán al menos tres sólo entre Belmez, Peñarroya y Fuente Obejuna que suman varias decenas de molinos.
Le ha seguido la avalancha de instalaciones fotovoltaicas que están empezando a aparecer, fundamentalmente en Peñarroya, Belmez y sobre todo Fuente Obejuna. Vendrán más.
Esta unisitada rapidez se debe a una cosa. En septiembre cumple el plazo marcado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa y el Ministerio de Industria para que se tramiten completamente los proyectos de este tipo de instalaciones para recibir la subvención, (no olvidemos que las energías renovables son absolutamente inviables económicamente y sin el apoyo de la administración no habría en España ni un solo molino de viento ni una placa fotovoltaíca) que dichas administraciones conceden a las empresas promotoras. Se seguirán construyendo en los próximos meses, pues algunas empresas tienen ya dichos permisos y ultiman trámites, siempre dentro del plazo que marca el decreto que regula las subvenciones.
Las ayudas continuarán, pero no serán tan altas como las reflejadas en el decreto en cuestión; y mientras la tecnología no avance un poquito más, las instalaciones fotovoltaícas no serán tan rentables.
Esa es la gran apuesta del gobierno, invertir en este tipo de energías reduciendo la dependencia de las energías fósiles y la nuclear; pero desgraciadamente aún es imposible la vida tal y como la conocemos en nuestras casas, nuestros pueblos y nuestras ciudades sin el petróleo y sus derivados, el carbón o el uranio y el plutonio. Las energías renovables sólo nos proporcionan el 20 % de la energía que necesitamos para mantener nuestro estilo de vida.
Las ayudas han disparado los proyectos a una velocidad que la legislación actual no puede seguir. La nueva Ley de Gestión Integral de la Calidad Ambiental andaluza, GICA, no comtempla practicamente nada de las nuevas instalaciones fotovoltaícas, y la reciente Ley del Suelo de Andalucía sólo regula las instalaciones de más de 2 has. Si a esto le sumamos la "NO" planificación a nivel provincial ni regional en la ubicación de las plantas fotovoltaícas puede originar importantes problemas ambientales.
Para empezar tendremos en nuestro territorio un gran impacto visual que puede cambiar la concepción de nuestro paisaje, con unos elementos brillantes, las propias placas, y otros aún más impactantes que son los cableados que precisarían las instalaciones para evacuar la energía. Le seguiría un cambio en el uso del suelo de tierras tradicionalmente de labor, secano o regadío, por una actividad que no permite ningún uso agrícola o ganadero y que transforma el terreno que ocupa en un erial durante el tiempo que dure la actividad de las placas que por término medio puede llegar a los 25 años. Y para terminar puede romper las reglas del mercado del suelo rústico, subiendo los precios de venta y alquiler e incluso dando lugar a la aparición de la figura del especulador energético.
En la vecina localidad de Hornachuelos ya están sufriendo estos problemas, y lo que en un principio parecía una importante fuente de desarrollo se está convirtiendo en un problema. Las energías renovables crean empleo, es cierto; pero las instalaciones no, o muy pocos, y normalmente de personal ajeno a la localidad en la que se ubica la planta. La instalación de una planta fotovoltaíca o eólica en un pueblo supone al Ayuntamiento una importante inyección económica inicial por la licencia de obras y unos ingresos anuales por los impuestos de actividad de la empresa. Ahí es dónde esta la riqueza que genera en un pueblo, pero si el ayuntamiento no gestiona bien ese dinero y no lo redirecciona en crear empleo, los únicos puestos directos que genera a largo plazo y de forma permanente son los de los dos o tres guardas de seguridad que vigilan la instalación.
El empleo está en las empresas que se dedican a la fabricación de componentes para estas instalaciones, ya sean fotovoltaícas, eólicas o termoeléctricas. Si somos capaces de regular y planificar bien dónde, cuándo y cómo deben instalarse las empresas que quieran montar una planta fotovoltaíca o un parque eólico resolveremos los problemas ambientales y los desequilibrios que puedan provocar; y si además somos capaces de crear este tipo de empresas que fabriquen esos componentes seremos "LA COMARCA DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES", si no, seremos la comarca a la que vendrán varias grandes empresas a ganar dinero sin dejarnos mucho a cambio.
ENERGÍAS RENOVABLES SÍ, pero como siempre y como en todo... PLANIFICACIÓN. Podría ser esa bandera que nos haga especiales y distintos en algo al resto de territorios.