Los cortaron, los arrancaron todos. Y con ellos un trozo de historia de Belmez, y también una oportunidad.
Había árboles que estaban, ya, provocando daños en una casa y un par de pinos que eran muy agresivos con el acerado. Sólo esos podrían haber sido eliminados, con mucha pena pero con una excusa aceptable y razonable. Los demás no. Al menos para mí y para un buen número de vecinos y belmezanos.
Varias acacias y un moral de más de cien años. La obras de mejora de la Calle Covandonga, antiguo Paseo a La Estación, han acabado con ellos. ¿Por qué?
No voy a entrar a discutir informes técnicos, ni proyectos, ni interés ambiental ni en quién pudo haberlo evitado, no me interesa ya. Estoy triste, me da pena y estoy cabreado porque creo que podía haber hecho algo más por evitarlo. Pensé que se salvarían algunos ejemplares, estaba convencido y confiado, pero me equivoqué; en menos de dos horas una decisión y una pequeña máquina han aniquilado más 600 o 700 años de historia.
Hay vecinos que han vivido junto a ellos muchos años que no volverán a ver un poco de sombra frente a su puerta, morirán antes de que un árbol sea lo suficientemente grande como para poder taparle la cabeza y protegerlo de los rayos del sol. Eran los últimos ejemplares de aquellos que nuestros bisabuelos plantaron para proporcionar sombra a un paseo muy concurrido por entonces que los llevaba hasta la estación de tren. Están datados, fechados y fotografiados desde hace muchos muchos años. Son anteriores a la Plaza de Toros, el edifico más emblemático de la calle junto a la Escuela Politécnica, el colegio, la futura residencia o el Estadio Juan Cortés.
Sinceramente, con la mano en el corazón, no creo que nadie quisiera que la calle se quedara sin ellos, que el pueblo pudiera seguir disfrutando de su presencia, su historia y un patrimonio que más que natural es antropológico. No quiero que nadie vea en este artículo un reproche a nadie, sólo me gustaria que sirviera para llamar la atención. No quiero que Belmez pierda más señas de identidad, por pequeñas que sean, sin al menos tener una excusa razonable.
Se podrían haber mantenido varios ejemplares, haberlos protegido, señalizados con su edad y con su historia y la del paseo. Haber intentado utilizarlos para enseñar y educar, haber diseñado unos pequeños parterres acordes a su tamaño, sin molestar mucho; y en un futuro muy próximo haber instado a la Consejería de Medio Ambiente a que los declarara “Árboles Singulares” como el eucalipto de la Fuente La Herrumbrosa de El Hoyo, lo hubiésemos conseguido esgrimiendo su historia. Hemos perdido una oportunidad. La calle va a quedar convertida en un amplia y bonita avenida, justo lo que merece el pueblo y este vial. Estos árboles le aportaban un poco de calor sentmental a la frialdad de las grandes farolas y los pequeños naranjos. La combinación perfecta. En esta ocasión debería haber premiado el valor sentimental hacia unos árboles por los que todos los belmezanos sentimos cariño porque todos hemos pasado más de una vez junto a ellos camino de la escuela, la universidad, el campo de fútbol o de La Estación.
Había árboles que estaban, ya, provocando daños en una casa y un par de pinos que eran muy agresivos con el acerado. Sólo esos podrían haber sido eliminados, con mucha pena pero con una excusa aceptable y razonable. Los demás no. Al menos para mí y para un buen número de vecinos y belmezanos.
Varias acacias y un moral de más de cien años. La obras de mejora de la Calle Covandonga, antiguo Paseo a La Estación, han acabado con ellos. ¿Por qué?
No voy a entrar a discutir informes técnicos, ni proyectos, ni interés ambiental ni en quién pudo haberlo evitado, no me interesa ya. Estoy triste, me da pena y estoy cabreado porque creo que podía haber hecho algo más por evitarlo. Pensé que se salvarían algunos ejemplares, estaba convencido y confiado, pero me equivoqué; en menos de dos horas una decisión y una pequeña máquina han aniquilado más 600 o 700 años de historia.
Hay vecinos que han vivido junto a ellos muchos años que no volverán a ver un poco de sombra frente a su puerta, morirán antes de que un árbol sea lo suficientemente grande como para poder taparle la cabeza y protegerlo de los rayos del sol. Eran los últimos ejemplares de aquellos que nuestros bisabuelos plantaron para proporcionar sombra a un paseo muy concurrido por entonces que los llevaba hasta la estación de tren. Están datados, fechados y fotografiados desde hace muchos muchos años. Son anteriores a la Plaza de Toros, el edifico más emblemático de la calle junto a la Escuela Politécnica, el colegio, la futura residencia o el Estadio Juan Cortés.
Sinceramente, con la mano en el corazón, no creo que nadie quisiera que la calle se quedara sin ellos, que el pueblo pudiera seguir disfrutando de su presencia, su historia y un patrimonio que más que natural es antropológico. No quiero que nadie vea en este artículo un reproche a nadie, sólo me gustaria que sirviera para llamar la atención. No quiero que Belmez pierda más señas de identidad, por pequeñas que sean, sin al menos tener una excusa razonable.
Se podrían haber mantenido varios ejemplares, haberlos protegido, señalizados con su edad y con su historia y la del paseo. Haber intentado utilizarlos para enseñar y educar, haber diseñado unos pequeños parterres acordes a su tamaño, sin molestar mucho; y en un futuro muy próximo haber instado a la Consejería de Medio Ambiente a que los declarara “Árboles Singulares” como el eucalipto de la Fuente La Herrumbrosa de El Hoyo, lo hubiésemos conseguido esgrimiendo su historia. Hemos perdido una oportunidad. La calle va a quedar convertida en un amplia y bonita avenida, justo lo que merece el pueblo y este vial. Estos árboles le aportaban un poco de calor sentmental a la frialdad de las grandes farolas y los pequeños naranjos. La combinación perfecta. En esta ocasión debería haber premiado el valor sentimental hacia unos árboles por los que todos los belmezanos sentimos cariño porque todos hemos pasado más de una vez junto a ellos camino de la escuela, la universidad, el campo de fútbol o de La Estación.
Publicado en el Semanario "Guadiato Información" el día 2 de febrero de 2008