jueves, 17 de abril de 2008

El fútbol en el pueblo.

El primer recuerdo que tengo de mi niñez es verme en el campo de fútbol de Belmez, ahora Juan Cortés Mora, con una pelota de plástico sentado en medio del terreno de juego.
El segundo es el de la ducha colectiva que tenía el vestuario local, con un suelo de madera sobre el hormigón para evitar “contagios” y con un chorro de agua fría que caía de un ducha sin alcachofa. Me recuerdo en bolas, con más frío que pelando rábanos y con más albero en las piernas y los brazos que el portero del equipo. Se oía: “Metedlo ya”.Por supuesto nadie tenía chancletas, ni había agua caliente. Aquello no era una ducha, era un castigo; hoy sería una barbaridad y una semana con gripe.
Pues no pasaba nada, con dos gritos fuertes se pasaba el frío de los primeros segundos. Tenía a mi lado entre otros a mi padre, entrenador, a Camilo, Alejandro, Gaby o al Chirri. Decían que me cuidaban... ¡Mamones todos! ¡Que sólo tendría 5 o 6 años!
Para jugar al fútbol sólo hace falta una pelota, un amigo y dos piedras para hacer una portería. Por eso es el primer deporte que se aprende en las calles. Ni siquiera hoy en día se podría jugar a baloncesto o al tenis en la puerta de tu casa. Basta tener un balón para montar un partido. Y es que con un solo objeto pueden jugar ¡22 personas!.
Esa es la gran diferencia con otros deportes y una constante por todo el mundo. Los niños que juegan al fútbol al salir del colegio aprenden antes a ser futbolistas que a ser deportistas, en cualquier otro deporte no, aprendes antes a ser deportista, con todo lo que eso conlleva. Si no tienes la pelota, no te diviertes, y haces lo que sea por tenerla. Te tiras, finges una falta, mientes si es necesario para sacar tú de banda.... pequeños engaños infantiles, crueles a veces para tener en su poder el esférico o el resultado. Y lo que se aprende en la calle y jugando no se olvida, incluso se magnifica. Puedes ocultar esos sentimientos con la edad, pero los sigues teniendo. Aprendes solo, sin monitores ni entrenadores, con tus amigos, a base de leñazos y raspones. La técnica individual que adquieres es tremenda, luchas por llevar el balón en tus pies con el adversario, la piedra de la calle, los desniveles, los coches, un banco o la mujer mayor que se acerca con la bolsa de la compra. Cuando eso lo trasladas a un terreno en buenas condiciones, sin piedras ni bancos, todo “llanito” y con el único obstáculo de un cono amarillo, eres el mejor. Y encima la portería con redes y las tacos de las botas no te pinchan en la planta porque ya no hay asfalto debajo de tus pies, y en la banda hay agua fresca, y te han puesto la misma ropa que tus compañeros.... La anarquía de la calle dentro del orden de un partido.
Pero te colocan a un señor de negro con un silbato que dice “que es el que manda”. No lo entiendes, en la calle no hay árbitro, manda el que lleva el balón y el mejor es el que mete más goles. Y entonces sale el futbolista, el que aprendió en la puerta de su casa. Y aunque el entrenador le ha dicho que no proteste ni se tire no puede controlarlo, y protesta cuando le quitan la pelota: “Falta”; o se tira “a ver si pica”.
Pero por encima de todo está el amor por el cuero. Eso que te hace ducharte en invierno con agua fría, que te hace mojarte entrenando si llueve, jugar lesionado jugándote las piernas, el que te hace destrozarte las rodillas y los tobillos durante años. Es demasiado fuerte.
Por eso, aquellos que en su día me “cuidaban” en el vestuario siguen vinculados a esto. Han entrenado o entrenan en el mismo sitio dónde ellos jugaron tratando de transmitir el amor por el fútbol.
El otro día coincidí en el autobús con la mejor zurda que ha tenido el GUADIATO, “Pedrito”, de Peñarroya. Una hora hablando de fútbol y de sus vivencias, concluimos que son lo mismo, y que el deporte rey es una metáfora de la vida. GRANDE PEDRO.
Publicado en el Semanario "Guadiato Información" el día 19 de abril de 2008.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto de fútbol sólo lo entiende, quien realmente lo sabe vivir y disfrutar con ello. Yo pues me considero entendedora, vividora y disfrutadora de este maravilloso deporte.
Comparándome contigo hay muchas cosas que cambian. Yo empece a jugar con niños y no con niñas.
Me acuerdo perfectamente del primer día, mis entrenadores Manolo y tu hermano J.Ignacio, no se me olvidará nunca el sofocón que cogí al verme con tanto niño junto, no era normal, pero sin embargo ahí seguí, hasta el final, hasta que se formó el femenino...
Como ha cambiado el fútbol y como hemos cambiado todos.

Un abrazo enorme, A.Sújar.