martes, 24 de febrero de 2009

K-1. "HE SOÑADO CON UNA CARRERA"

Por fin me coloco el dorsal (el 250, el último dorsal) después de una noche interminable de vueltas en la cama, en la que no ha habido manera de dormir más de una hora seguida. Llego a la Plaza del Maestro (emblemático lugar del atletismo belmezano, salida y llegada de todas las pruebas que se han celebrado en Belmez a lo largo de la historia y salida y llegada de los entrenamientos del club local) y me doy cuenta que todo es diferente a la pesadilla que acabo de tener; por mi mente, en las casi ocho horas que he estado en posición horizontal, han pasado las nueve ediciones anteriores, y claro está, he visto de todo.
Veo preparados todos los botellines de agua para colocarlos en los puestos, ¡qué susto!, por un momento pensé que tendríamos que beber en botellas de litro y medio o en vasos gigantes de Coca Cola. Antes de salir me cruzo con mucha gente de Belmez a la que conozco, qué raro, yo creía que no corría nadie de mi pueblo; mejor, así iré acompañado.
Qué bien vestidos van, parece que estrenan ropa: "Atletismo La Rompepiernas" rezan sus camisetas. Nos hacemos una foto de familia que llevaba esperando nueve años.Tras casi dos horas disfrutando del magnífico paisaje y tras cruzar la línea de meta, toca reponer fuerzas, los bocadillos saben a gloria, recién hechos…y eso que yo creía que serían gentileza de unos grandes almacenes que los hacían el día de antes. Además, hay para todo el mundo.
¡Y esa entrega de premios...! sigue siendo peculiar esta gente, lo mismo te dan un trozo de carbón, un llavero, un diploma o un pergamino. Me gustan los chándals que dan este año (¿chándals? ¿gratis? ¿en una carrera?). Yo en mi pesadilla había visto una camiseta más fina que el papel de fumar.
Bueno, el caso es que me acabo de dar cuenta que esta carrera no es como las demás.Todo es diferente a como lo había ¿soñado?, hasta mi entrada en meta, porque en mi sueño estaba en entrar con un amigo espeleño. Un amigo con el que a lo largo de estos años he compartido muchas horas de trabajo organizativo, y que yo creía que por fin podríamos hacer lo que tantas veces hemos hablado... pero no consigo verlo, ¿que le pasará? Seguro que una maldita lesión no lo ha dejado venir. En fin, si hemos esperado diez años no importa esperar uno más.
Graciano Obrero Portillo
Un maratoniano en París.

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