miércoles, 28 de noviembre de 2007

La MEMORIA y la FAMILIA

Hace algún tiempo que me he propuesto recuperar esas historias de los abuelos que cuando somos pequeños nos suenan a cuento en blanco y negro y a las que en los años de infancia nos resultaban algo pesadas y a las que nunca les presté mucha atención. He tenido la suerte de conocer a tres de mis abuelos; Emilio y Ana, los paternos, y Agustina, la materna. Mi abuelo Antonio murió dos años antes de que yo naciera. Recuerdo que la noche de los sábados mi abuelo Emilio ante nuestra insistencia nos enseñaba algunos restos de munición que seguía teniendo embutido en su piel; “trocitos de metralla decíamos”. Cuando nos hacíamos alguna herida jugando nos curaba y nos decía que el pudo ser “practicante y enfermero” porque en la guerra tuvo que “coserle tripas a más de un compañero”. Mi abuela nos contaba que ella había viajado mucho por toda la costa del levante, que tuvo que dejar su casa y su marido y que recorrió media España con sus hermanos. Mi abuela materna me decía que su marido estuvo en la estación de Puertollano trabajando durante la guerra en el servicio de intendencia que repartía comida y enseres para toda la población, y que mandaba trenes desde allí a Madrid. Durante muchos años eson fueron los conocimientos que tuve de la guerra civil española. No supe quienes eran los rojos o los azules porque en mi casa y en la de mis abuelos no me lo dijeron. Tampoco lo aprendí en el colegio porque la asignatra de historia que se impartía en la E.G.B. jamás se llegaba al siglo XX. Podía discutir con cualquiera de los Reyes Católicos, de Felipe II o de la revolución francesa pero no sabía quien era Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas o Federico García Lorca. Pero uno crece y la curiosdad por aprender es fuerte. Comené a darme cuenta que la guerra y los 40 años posteriores han sido dos etapas fundamentales para saber dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Los años en los que se criaron nuestros padres y abuelos, años con sus desgracias y bonanzas, de terror los primeros y de represión los 40 siguientes, años en los que la vida en los pueblos fue especialmente dura, más para unos que para otros. Yo quiero saber más, sin engaños ni sectarismos y quiero que todos podamos tener la oportunidad de saber y conocer qué pasó, que los muertos tengan también la oportunidad de ser enterrados como se merecen y dónde se merecen que es ni más ni menos donde están todos los demás, donde los familiares puedan visitarlo si lo desean. Quiero saber quién mató, dónde y el porqué . Atrocidades todas que no podemos repetir y por eso tenemos que conocerlas. No creo que eso sea abrir heridas, no se me ocurre otra manera mejor de ciccatricar las que aún siguen abiertas. Mis dos abuelos lucharon en el bando republicano. Al terminar la guerra uno pasó tres años en un campo de concentración y al otro lo quisieron fusilar por repartir alimentos, lo salvó la unánime protesta del pueblo al que estuvo alimentando. Mis abuelas jamás me hablaron de odio hacia uno u otro “bando”, pero yo quiero saber más; y no quiero que la única que me queda se vaya sin enseñarme cómo es posible tener ese corazón que tiene habiendo sufrido tanto. Así que ya sabes ANITA.
Publicado en el Semanario Guadiato Información el día 24 de noviembre de 2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

En relacion con la memoria y la familia, antonio Jesus ,e leido atentamente tu comentario y me as hecho llorar,en primer lugar por el empeño que le pones en conocer, la historia,de tus seres queridos con esto demuestras el ser humano que heres,nosotros que somos mallores cuando leemos comentarios de jovenes como tu, no te puedes imajinar lo bien que nos sentimos, esto nos da vida cuando pones ese interer en saber lo que pasamos,te doy un abrazo y a toda tu familia y particularmente a tu aguela Anita os deseamos felices fiestas y un 2009 lleno de prosperidad y paz en el mundo,y atodas las personas de este pueblo de todo corazon que selo merece y mas ,por sus gentes tan nobles un abrazo ami pueblo de mi corazon.